EN UN MUNDO MEJOR
- Jorge A. Peña Villalba
- 14 jul 2011
- 2 Min. de lectura

Es una película sobre las dificultades que tenemos para ser seres humanos decentes. Esto es lo que dice la directora danesa Susanne Bier ganadora del premio Óscar a mejor película extranjera por su último trabajo en el que a los temas ya tratados en su filmografía como lo son la familia y sus conflictos, las relaciones de pareja, la infidelidad, la culpa, se le suman esta vez dos preadolescentes con dificultades afectivas como hilo conductor.
Un niño, Elías, quien sufre de matoneo infantil y vive en medio de un drama familiar; su padre, Anton, médico voluntario en áfrica que está envuelto en una infidelidad que hace tambalear su matrimonio. El otro niño, Christian, quien acaba de perder a su madre por culpa del cáncer y que tiene una mala relación con su padre, Claus, por la terrible comunicación entre ambos. Todos ellos son los protagonistas de una historia que tiene además un elemento adicional que la acompaña en todo momento: la violencia; sin importar su forma y hasta qué punto es justificable o no.
El padre de Elías se enfrenta a un villano en África que asesina mujeres embarazadas y en el centro médico, fiel a sus principios, se convierte en el más fuerte al no ceder frente al maleante, mientras que en Dinamarca se deja golpear por un mecánico mostrando que no hay que reaccionar frente a un golpe. Por otra parte está Christian, quien usa la violencia como una herramienta de defensa, hace parte prácticamente de su personalidad y considera que el más fuerte es aquel que usa la fuerza a su favor para demostrarle al otro quién es el más poderoso usando cualquier método violento.
Marcada en un contexto en dónde las relaciones entre padre e hijos es cada vez más difícil, en dónde los niños son criados por los abuelos, la televisión y el internet, este drama, un poco menos desgarrador, plantea una serie de reflexiones sobre las personas del primer mundo que supuestamente lo tienen todo y viven felices, sobre la mentira, sobre el uso justificado o no de la violencia cuando el afectado es un ser querido, el hacer lo políticamente correcto a una persona que hace el mal, hasta qué punto el refrán de poner la otra mejilla es justificable al igual que la revancha (título original por cierto). Es un retrato de seres humanos agobiados por situaciones cotidianas permeados por la violencia que los rodea.
Planteamientos sorprendentes y hasta cierto punto chocantes que tocan lo ético y lo moral del ser humano deja compleja película que se desarrolla en espléndidos paisajes, con un manejo sobrio y equilibrado de la cámara estática y al hombro; con un argumento sólido que deja sensaciones encontradas y muchas preguntas que no tienen una única respuesta.
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