JUEVES 26 DE NOVIEMBRE
- Jorge A. Peña Villalba
- 3 jul 2019
- 1 Min. de lectura
No lo había visto así desde hace mucho tiempo. Me agarró fuerte de la cintura y me metió la mano entre las piernas excitándome poco a poco. Me miraba a los ojos mientras yo empezaba a gemir. Me quitó parte de la pijama y me sentó sobre él. Mientras hicimos el amor durante varios minutos noté algo diferente en sus ojos. Más tarde, cuando estaba terminando de arreglar a los niños para que se fueran al colegio, él bajó y los acompañó hasta que la ruta los recogió.
-¿Estás bien?-
- Nunca he estado mejor- me respondió.
Lo que jamás me imaginé fue que ese jueves 26 de noviembre iba a ser el último día que iba a estar con él. En la tarde recibí una llamada que me cambió la vida para siempre. Martín había muerto. El hijo de puta se suicidó en la habitación de un hotel luego de haberse tomado unas pastillas y una botella de Vodka. El muy cobarde no fue capaz de dejar ni una nota ni nada, pero sí me dejó con un montón de deudas y con un peso en mi consciencia que voy a llevar en lo que me queda de vida: un hijo que nunca llegó a nacer y que no tuve el valor de traer al mundo por recordarme a su padre, al que amé por varios años y que me dejó sin decir nada.
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